Pensamientos inexistentes (vi)

domingo, abril 27, 2008 || Escrito por Omnipunctum

Martín había estado esperando la llegada del domingo durane toda la semana; no sólo por el hecho de que, como buen cristiano, disfrutaba de la celebración de la Eucaristía (para él, la máxima expresión de la fe a su Dios), sino que, aun con sentimientos profanos y de dudosa moralidad desde el punto de vista más férreo al catolicismo, quería conocer a aquella muchacha que, sin más que una simple mirada, le había marcado hasta el punto de divinizarla (provocando, así, su pequeña herejía).

Como todos los domingos, a esa hora de la mañana, se encontraba sentado en el colchón de su cama, reflexionando. Una semana antes, sin duda, sus reflexiones quedarían en aspectos tan moralmente limpios como la ética, la religión, o algún tema inocuo relacionado con la tecnología. Sin embargo, como si fuese una de esas películas americanas que él tanto detestaba, como si su vida fuese un capítulo de una serie para adolescentes, se encontraba allí, pensando, sobre si ese domingo podría, después de misa, hablar con esa ateílla del tres al cuarto.

Se levantó de la cama, y cogió su diario. Leyendo sus páginas (generalmente, con pensamientos inacabados, escritos a mitad), se prometió que esa tarde terminaría un escrito. Con confianza.

Tras ello, dejó su diario donde estaba y, tras santiguarse, salió hacia el monasterio con su libreta de los domingos.

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