Puerto sin barco, filósofo sin barba...

miércoles, abril 13, 2005 || Escrito por Omnipunctum

Esta noche he tenido un sueño un tanto peculiar; era un sueño de tinte "amoroso" (digamos esta palabra para suavizarlo un poco), aunque la verdad es que no soy capaz de recordar todo el sueño. Sin embargo, hay una escena que me ha llamado mucho la atención.

Estaba delante mío aquél al que, en clave, apodé como "barco barbudo". Estábamos abrazados, como si fuésemos a besarnos, en la típica posición de pareja... Su cara no era la misma, y en el mismo sueño lo sabía (de hecho, recuerdo que una vez que justamente se hablaba de los sueños, él puntualizó que en un sueño, a veces, reconocíamos a una persona, aunque ésta tenía una cara totalmente diferente); además, veía que no podía recordar su cara, por lo que decidí, sin más, cambiar de persona.

Me he dado cuenta que, después de tanto tiempo, después de tantas tardes pensando en él, después de tantas falsas fantasías eróticas que siempre supe que nunca se realizarían, después de tantos sueños, después de tanta admiración... le he olvidado. Aquél que ayer era mi ídolo; aquél a quien tanto admiraba; aquél con quien siempre me hubiese gustado haber tenido una tarde para hablar sobre sus conocimientos de filosofía, para hablar sobre actualidad política, críticas musicales o, simplemente, mantener una charla amistosa... ya sólo es parte de mi memoria.

Y de una memoria casi olvidada.

Mi madre, una vez que volvimos al piso donde antes vivíamos, dijo que los humanos éramos unos desagradecidos: pasas tanto tiempo en un lugar, y, cuando cambias de lugar, te acostumbras, olvidándote de dónde estuviste.

Tanto tiempo deseando estar a su lado... ¡Y ya sólo es memoria!

¿No es cruel?
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